dimecres, 18 de novembre del 2015

EL IOGA I L'AQUIETAMENT

Texte extret del llibre de Heinrich Zimmer "Filosofías de la India":

"Cuando la ambición, el éxito y el juego de la vida (artha), lo mismo que el sexo y el goce de los sentidos (kama), ya no nos procuran ningún lance extraordinario y novedoso, ni nos reservan ninguna sorpresa; y cuando, además, comenzamos a hartarnos del virtuoso cumplimiento de las tareas propias de una vida decente y normal (dharma) porque se ha convertido en rancia rutina, todavía quedan los atractivos de la aventura espiritual, la búsqueda de lo que haya adentro (bajo la máscara de la personalidad consciente) y afuera (tras el panorama visible del mundo exterior). ¿Cuál es el secreto de este ego, de este "yo", con el cual hemos estado en relación tan íntima en todos estos años pasados y que todavía es un extraño, lleno de antojos vanos caprichos y desconcertantes impulsos de agresión y reincidencia? ¿Qué es lo que ha estado acechando, entretanto, tras los fenómenos externos que no no nos intrigan y que producen todas esas sorpresas que ya no nos sorprenden?


La posibilidad de descubrir el funcionamiento del teatro cósmico mismo, cuando sus efectos han llegado a convertirse en un fastidio intolerable, queda en pie como la última fascinación, desafío y aventura del espíritu humano.


Al comienzo de los Yoga-sutras encontramos esta frase:

"El yoga consiste en la detención (intencional) de las actividades espontáneas de la sustancia mental."

Por naturaleza la mente está en completa agitación. Según la teoría hindú, se transforma continuamente en las formas de los objetos que percibimos. Su sutil sustancia asume la forma y los colores de todo lo que le ofrecen los sentidos, la imaginación, la memoria y las emociones. En otras palabras, está dotada de un poder de transformación o metamorfosis ilimitado e incesante.


La mente es, pues, un continuo rizo, como la superficie de un estanque bajo la brisa, tremolando con reflejos entrecortados, cambiantes, dispersos. Por sí misma nunca estaría como un espejo perfecto, cristalino, en su "estado propio", reflejando tranquilamente el hombre interior, porque para que esto ocurriera habría que detener todas las impresiones sensoriales que vienen de afuera (que son como las aguas afluentes, turbulentas y perturbadoras de la sustancia transparente), así como los impulsos interiores: recuerdos, presiones emotivas, y las incitaciones de la imaginación (que son como fuentes internas). El Yoga es el que aquieta la mente. Y tan pronto como se cumple este aquietamiento queda revelado el hombre interior, la mónada vital, como una joya en el fondo de un estanque apacible."






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