Heinrich Zimmer "Filosofías de la India"
"En la antigua India cada rama del saber estaba asociada a un arte muy especializado y a una correspondiente forma de vida. El saber no debía recogerse primordialmente de libros o de conferencias, discursos y conversaciones, sino que era necesario llegar a dominarlo mediante un aprendizaje al lado de un maestro competente. Se necesitaba la entrega sincera de un discípulo maleable a la autoridad del guru, y sus requisitos esenciales eran la obediencia (susrusa) y la fe absoluta (sraddha). La susrusa es el ferviente deseo de oir, obedecer y retener lo que se oye; implica respeto, reverencia y espíritu de servicio. La sraddha es la confianza y la compostura de la mente, exige la total ausencia de toda clase de pensamiento y crítica independiente por parte del alumno; y también incluye reverencia, así como un fuerte y vehemente deseo de aprender. Esa palabra sánscrita significa también <el deseo de una mujer encinta>.
El discípulo que lleva en sus adentros la verdad apetecida como el cachorro llevaba en sí al tigre de la selva, se somete sin reservas a su guru, reverenciándolo como personificación del divino saber que se le ha de impartir, pues el maestro es portavoz de un saber superior y dueño de un arte especial. El discípulo en su culto religioso debe convertirse en devoto de la divinidad que preside el especial arte y sabiduría que en adelante constituirá el principio formativo de su carrera. Tiene que compartir la casa de su maestro durante años, servirle en su casa y ayudarlo en su trabajo, ya sea su oficio el de sacerdote, mago, asceta, médico o alfarero. Las técnicas tienen que ser aprendidas por una práctica constante, en tanto que la teoría se enseña mediante la instrucción oral suplementada por un estudio completo de los manuales básicos. Y, lo que es mas importante, tiene que producirse una <transferencia> entre el maestro y el discípulo, porque debe ocurrir una especie de transformación. El discípulo, como metal maleable, debe ser formado en el molde del maestro que le sirve de modelo, y esto es así no sólo con respecto a cuestiones de saber y de arte sino también, mucho más profundamente, respecto a toda la actitud personal. En cuanto a la vida y a la moral del guru mismo, se requiere su total identificación, una absoluta y puntual correspondencia entre sus enseñanzas y su forma de vida, es decir, la identidad que en Occidente podríamos esperar sólo de un monje o de un sacerdote.
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Cuando el <estudiante competente> (adhikarin) se pone a estudiar el Vedanta debe experimentar una actitud no de crítica o de curiosidad sino de completa fe (sraddha) en que con las fórmulas del Vedanta que le van a comunicar podrá descubrir la verdad. Además tiene que desear fervientemente liberarse de las cargas de la vida mundana y querer realmente escapar de la esclavitud de su existencia de individuo atrapado en el torbellino de la ignorancia.
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El medio necesario que el estudiante debe emplear para trascender la ilusión es, ante todo, <la discriminación entre las cosas permanentes y las transitorias> (...)
El segundo requisito de quien estudia el Vedanta es un resuelto desdén por todo lo ilusorio. Tiene que renunciar, sincera y eficazmente, a todo fruto de sus actos virtuosos. (...)
El tercero de los medios necesarios es la (...) <quietud mental, pacificación de las pasiones>.
En Oriente, la filosofía no se incluye en el capítulo de la información general. Es un saber especializado que tiene por objeto alcanzar una forma más alta del ser. El filósofo es un hombre cuya naturaleza ha sido transformada, reformada según un modelo de características realmente sobrehumanas como resultado de haber sido colmado por el mágico poder de la verdad.
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En Oriente, la sabiduría -de cualquier genero que sea- debe ser guardad celosamente y comunicada con cautela sólo a quién sepa capaz de convertirse en su receptáculo perfecto (...)
Las principales ideas de la doctrina secreta brahmánica, tal como fué desarrollada y formulada al final del periodo védico (hacia el siglo VIII a.C.) , se conservan en las Uapanishads. Estas obras representan una especie de instrucción muy especializada, como para graduados, que el maestro tenía libertad de impartir o de negarse a ello. para recibir este saber esotérico el discípulo tenía que ser un verdadero adhikarin, realmente maduro y perfectamente capaz de soportar la sabiduría revelada. En la época en que estos libros fueron concebidos, las restricciones impuestas eran aún más severas de lo que lo fueron más tarde. Una de las principales Upanishads contiene la advertencia de que enseñanza debe ser transmitida no simplemente de padre a hijo, sino únicamente al hijo mayor, su alter ego renacido, <y a nadie más, quienquiera que fuere>. Y en un estrato algo más reciente, correspondiente a las Upanishads métricas, leemos: <Este secreto muy misterioso no será impartido a nadie que no sea su hijo o discípulo, y que aún no hay alcanzado la tranquilidad>
Por el contrario, en Occidente la filosofía tiene como orgullo el estar abierta a la comprensión y a la crítica de todos. Nuestro pensamiento es exotérico y se considera que éste es uno de los signos que acreditan su validez universal. La filosofía occidental carece de doctrina secreta; lanza un reto general para que se examinen sus argumentos, sin pedir otra cosa que inteligencia e eimparcialidad en la discusión. (...)
El sabio no ha de ser una biblioteca con piernas, una enciclopedia parlante. El pensamiento mismo debe convertirse en su vida, en su carne, incorporándose a su ser y conviertiéndose en una habilidad en acto."
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